EL CHANCLETAZO

¡FUEGO EN EL PALACIO DE GOBIERNO!

Los pasillos del Palacio de Gobierno apestan a azufre, por dentro arden las oficinas llenas de quejas que se hacen omisas, y se dice que no hay garantías para nada ni para nadie, la hipocresía a todo lo que da, cada quien lleva solamente agua para su molino, por seguridad.

Edición 66

Artículo de Opinión

Se acerca el segundo informe del Gobernador Víctor Manuel Castro Cosío y las cosas no parecen ir bien. El sexenio parece estar en llamas antes de tiempo. Hasta ahora, se han llevado a cabo pocas acciones en materia de seguridad, lo que sugiere un gran desconocimiento en este ámbito. El crimen sigue campante en las calles, perpetrando sus fechorías día tras día.

Cuando se le cuestiona al Gobernador acerca de asuntos delicados relacionados con la seguridad, su respuesta evasiva da la impresión de que es cómplice o de que le molesta hablar sobre temas que podrían perjudicar su proyecto que aún no ha despegado.

Aunque se han otorgado apoyos económicos, un estado no puede limitarse a regalar cosas en las calles o realizar rifas. Lo que sabemos es que los yates en Marina PALMIRA en La Paz se han incendiado por segunda vez y nadie parece haber visto ni saber nada al respecto.

Los vehículos y negocios también sufren incendios, pero nadie parece haber visto ni saber nada al respecto. Es como si la gente tuviera miedo de denunciar estos hechos.

Mientras el gobernador hace caso omiso de estos sucesos, presume que este año se han invertido 46 millones de pesos en materia de seguridad. Sin embargo, la realidad es diferente. Son muchas las personas que se quejan de supuestas cuotas que se deben pagar en ciertos negocios, conocidas como «cobro de piso».

El Gobernador Víctor Castro afirma que esto es solo un rumor inventado por la prensa para desprestigiar su gobierno. Lamentablemente, un estado tan hermoso y maravilloso como éste se ve manchado, extorsionado y coartado por la inoperancia de las autoridades estatales. Incluso parece que estos sucios negocios provienen desde las mismas oficinas gubernamentales. ¡Qué lástima!